domingo, 19 de julio de 2009

Sustentabilidad y recursos costeros en argentina

Fronteras 2: 22 - 23 (2003) ISSN 1667-3999
SUSTENTABILIDAD Y RECURSOS COSTEROS EN ARGENTINA
José R. Dadon
GEPAMA (FADU, UBA), CONICET y FCEN (UBA)

Población, actividades y recursos costeros

Más de un tercio de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa (Cohen et al., 1997), cifra que se eleva al 60 % en América Latina y el Caribe (PNUMA, 2000), donde 60 de las 77 mayores ciudades son costeras. En la zona costera argentina (fluvial y marítima) vive más de la mitad de la población. Allí se encuentran todas las capitales de las provincias costeras y se concentran también el turismo interno, las actividades industriales, portuarias, pesqueras y la acuicultura del país. Las franjas costeras albergan valiosos recursos naturales, algunos de ellos con una larga historia de explotación; tales como los bosques marginales de la Cuenca del Plata, los mamíferos marinos y las cuencas petrolíferas.
Estos datos objetivos revelan que la estructura social y económica de Argentina posee un marcado componente costero, aunque su importancia en los planes nacionales de desarrollo muchas veces resulte soslayada


Regionalización de la zona costera según criterios múltiples

La regionalización de la zona costera mediante criterios integrados revela que existe una marcada sectorización de usos y actividades. Las industrias y grandes centros urbanos están localizados en el tramo inferior de la Cuenca del Plata, mientras que el turismo, las actividades portuarias y las actividades pesqueras predominan en la costa bonaerense. La región patagónica (signada por la explotación de hidrocarburos) y las riberas del Paraná y del Uruguay mantienen todavía variados recursos naturales en buen estado de conservación pero presentan problemas de integración social y/o territorial (Barragán Muñoz et al., 2003).
Durante la segunda mitad del siglo veinte la ocupación urbana y las actividades económicas asociadas a la costa aumentaron a un ritmo superior al resto del país, a pesar de los marcados cambios macroeconómicos que caracterizaron a ese período. La mayor parte de esa expansión se produjo sobre espacios naturales no afectados previamente a actividades económicas y en muchos casos considerados de escaso valor (Dadon, 1999); en menor medida, se realizó sobre tierras sumamente productivas (por ejemplo, en la pampa húmeda; Matteucci et al., 1999).


Cambios en los patrones de uso y efectos asociados

Ya en el siglo veintiuno, la frontera costero-urbana continúa asociada al turismo de playa y sigue crece de manera difusa a partir de múltiples núcleos urbanos, lo que promueve la competencia entre ellos y los obliga a diferenciar una oferta basada en paisajes y ambientes naturales muy similares entre sí.
Esta competencia conduce en muchos casos a emprendimientos con fines turísticos que ponen en riesgo la sustentabilidad regional, ya que producen erosión, contaminación, sobrexplotación de recursos, extinción de especies nativas, inundaciones, invasiones biológicas, etc. Estos efectos indeseados no se limitan a las localidades de origen, sino que se trasladan a las áreas vecinas, las cuales acaban compartiendo los problemas sin participar de sus causas ni de los supuestos beneficios ecnómicos de los emprendimientos que los generan.
La planificación, cuando existe, en general se limita al nivel municipal. Cada unidad administrativa debe obtener su propia información y debe además hacerlo con recursos propios, aún cuando ello implique redundancia en el esfuerzo y derroche de fondos públicos.
El crecimiento urbano debe equilibrarse con áreas no urbanas para conservar los recursos naturales renovables y mantener la calidad ambiental. (En la foto, la ciudad de Mar del Plata)

Con el avance de la urbanización, los conflictos de uso entre y dentro de las unidades administrativas suelen multiplicarse, mientras que los recursos naturales locales comienzan a escasear. Muchos recursos colapsan de manera repentina en vez de hacerlo gradualmente, ya que se sobrepasa su capacidad de respuesta a la explotación y/o a los cambios ambientales asociados a las actividades humanas. Si bien es sabido que las áreas de reserva pueden actuar como reservorios y estabilizadores, además de constituir un valioso atractivo turístico y forman parte del patrimonio de la comunidad, hasta el momento existen muy pocas áreas protegidas en la costa argentina, en especial en el litoral marítimo.


Bases para integrar la gestión de la zona costera

La presión sobre los recursos naturales del litoral fluvio-marítimo tiende a aumentar y en el mediano plazo se espera que aumenten también los conflictos de uso y los problemas ambientales. La problemática costera es compleja pero predecible. Por ello, es recomendable actuar preventivamente.
Para ello, sería conveniente establecer mecanismos de coordinación entre niveles administrativos jerárquicos y entre las administraciones regionales. A mediano plazo, sería necesario desarrollar políticas y programas que aprovechen la capacidad científica y técnica actualmente disponibles.
El conocimiento de los procesos naturales, la planificación previa del desarrollo económico y del crecimiento urbano, junto con una normativa que prevea y oriente los cambios en lugar de reaccionar cuando éstos ya se han producido, son algunos de los temas más urgentes que deben considerarse con miras a una integración en la gestión de la zona costera.
La conservación de espacios naturales colabora en el mantenimiento de la calidad ambiental, además de poseer valor turístico y científico.

La resolución de conflictos de uso actuales y potenciales, el mejoramiento de las condiciones sociales y la preservación de los recursos naturales y humanos requieren integración de la gestión ambiental y alto grado de participación de toda la sociedad para ser efectivamente sustentables.
También deberían extenderse los programas de integración con países cuya normativa sobre la zona costera es similar (esto es, derivada del derecho romano, que provee una protección específica a las costas), a fin de que esos programas incluyan también la problemática costera. Ello permitirá crear un foro supranacional en el cual intercambiar experiencias, e incluso avanzar en el manejo de los sistemas costeros transnacionales (Barragán et al., 2003).
Acorde a las tendencias internacionales, los programas más exitosos para asegurar la sustentabilidad a largo plazo del desarrollo costero son aquellos que favorecen la gestión integrada, planificada y participativa, ya que implican un alto grado de consenso social. Aprovechar la experiencia de otros países, utilizar la capacidad técnica y científica disponible y, sobre todo, colocar a la zona costera entre las prioridades del desarrollo económico y social, son acciones que permitirán a Argentina desarrollar un modelo propio y exitoso de gestión costera.


REFERENCIAS

Barragán Muñoz, J. M. et al. 2003. Preliminary basis for a Integrated Management Program for the coastal zone of Argentina. Coastal Management 31(1).
Cohen, J. E. et al. 1997. Estimates of coastal populations. Science 278 (5341):1211-1212.
Dadon, J. R. 1999. Gestión de sistemas con baja biodiversidad: Las playas arenosas del Noreste de la Provincia de Buenos Aires. En: Biodiversidad y uso de la tierra. Conceptos y ejemplos de Latinoamérica (S. D. Matteucci et al., eds.). CEA, EUDEBA, Buenos Aires. pp. 529 - 548.
Matteucci, S. D. et al. 1999. El crecimiento de la metrópoli y los cambios de biodiversidad: El caso de Buenos Aires. En: Idem anterior, pp. 549-560.
PNUMA 2000. GEO América Latina y el Caribe. Perspectivas del medio ambiente. PNUMA, San José. 144 pp.



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