Para entender el por qué de EVALUAR EL IMPACTO AMBIENTAL de obras públicas o privadas, primero deberíamos definir qué es el AMBIENTE.
Partiendo de una visión sistémica, el ambiente es todo, el medio físico y la vida que en éste se desarrolla, animal, vegetal y humana.
Las obras son actos económicos que realiza el hombre valiéndose de determinados medios para alcanzar un fin u objetivo. Estos actos se concretan a través del uso de medios que, de alguna manera modifican el ambiente.
Existe además, una cuestión ética en relación a la naturaleza no viva, los seres vivos y la humanidad en cuanto al accionar económico. Y, dentro de la humanidad, el planteo de beneficio de algunos en detrimento de otros.(inter e intrageneracional).
De manera que, en una concepción ecocéntrica, que no sólo prioriza al hombre frente a otros seres vivos, se debe “dar una valoración” es decir “evaluar” de qué modo los actos económicos y las obras intervienen en el ambiente.
Como la cuestión ambiental constituye una realidad muy compleja, es imposible abordar de manera parcial las EIA. El cruce interdisciplinario permite analizar las relaciones entre la economía, el ambiente y la ética.
La economía en un sentido amplio se encarga del sustento humano.
La economía sustantiva no formal caracteriza al problema económico desde una perspectiva ambiental. En ella se alude a la sustentabilidad, es decir la satisfacción de necesidades vitales de las generaciones presentes y de las futuras.
La economía formal(principal corriente del pensamiento económico) se ocupa de la adecuación de medios limitados(en el momento del acto económico, no respecto de un mundo finito) y de uso alternativo (para una u otra acción no simultáneas)para la consecución de fines múltiples, sin importar los que sean. Los fines deben alcanzarse de la manera más eficiente, sin discutir su razonabilidad. Incluso estos lineamientos se siguen para acciones no económicas. Los fines están dados por las preferencias de los agentes(“soberanía del consumidor”).
Es evidente que, en un mundo finito, tanto los fines como los medios deben ser validados racionalmente. Es decir se deben consensuar alternativas socialmente evaluadas a través de mecanismos de participación social.
En cuanto al concepto de sustento humano pueden analizarse dos aspectos, por un lado en qué consisten las necesidades humanas, y si son o no limitadas.
Las necesidades humanas son aquellas cuya satisfacción aseguran una vida digna para la sociedad en su conjunto, alimento, vivienda y servicios básicos, salud, educación y esparcimiento. Estas necesidades son vitales, su satisfacción tiene un límite. Alcanzado ese límite, la discusión es subjetiva y se vincula con los deseos.
Es decir, que no existen necesidades vitales ilimitadas, se agotan en el momento de la satisfacción.
Pueden ser ilimitados los deseos humanos, dependiendo de una escala de valores o proyecto de vida.
Por esa razón se sostiene que como los recursos son finitos, deberían ser destinados primariamente a la satisfacción de las necesidades, no de los deseos.
Para satisfacer las necesidades vitales el hombre se vale de los recursos que le proporciona la naturaleza.
Tradicionalmente se consideró que los recursos naturales podían clasificarse en renovables y no renovables.
Es sabido que las fuentes de energía de origen fósil y los recursos minerales constituyen recursos no renovables.
El agua, el aire, el suelo y la biodiversidad fueron hasta hace pocos años considerados renovables.
La explotación de los recursos naturales en los últimos 250 años ha modificado esa postura.
La pérdida de biodiversidad, la contaminación del aire, los procesos de degradación y desertización de los suelos han cambiado la visión de renovabilidad por una de finitud de estos recursos. Uno de los mayores problemas en los años venideros será sin duda, el agua potable o de fácil potabilización como recurso vital.
El ambiente es hoy una cuestión global para el conjunto de la humanidad, aunque esta idea de globalidad ambiental se contradice con las particularidades de las nacionalidades que conviven en el mundo.
Se plantea entonces, la “ciudadanía mundial” como una cuestión filosófica.
Las acciones humanas en busca del sustento, se convierten paradójicamente en no sustentables, en la medida que afectan los derechos de las futuras generaciones, reduciendo la disponibilidad de recursos naturales.
Por ello se ponen en juego valores referidos a la defensa de la biodiversidad y una razonable conservación del medio físico. Deberían considerarse como restricciones absolutas tanto el riesgo como la incertidumbre de efectos futuros por acciones presentes.
La actitud de las generaciones presentes frente al ambiente en general en detrimento de las generaciones futuras se puede analizar en tres contextos posibles: de certeza, de riesgo y de incertidumbre.
En el contexto de certeza se conocen los efectos que sobrevendrán ante determinada causa, dependiendo de una postura ética la decisión de avanzar o no, conociendo que avanzando se privilegian los intereses y derechos de generaciones actuales frente a las futuras(ética intergeneracional) y los derechos e intereses humanos frente al resto de los seres vivos(ética ambiental). De no hacerlo se privilegiarán los derechos e intereses de generaciones futuras y del resto de los seres vivos.
En el contexto de riesgo, se conocen los efectos que sobrevenderán pero en términos de probabilidades. Igual que en el contexto anterior, actuar o no, dependerá de cuestiones éticas.
En el contexto de incertidumbre, los efectos futuros de acciones presentes se desconocen, aunque aún así puede considerarse la cuestión ética frente a las generaciones futuras.
Mgs. María Eugenia Mairal
Lic. en Cs. Biológicas
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